El proyector de la 19 Edición del Festival de Málaga. Cine Español, se ha apagado y toca hacer balance.

Ya van dos años que durante una semana, cambiamos el «fresquito» de Valladolid, para disfrutar del clima de Málaga sus gentes y por supuesto su Festival de Cine.

Madrugar para ver pelis, como El rey tuerto, Zoe o Cerca de tu Casa. Buscar con la mirada el rostro de Pumares, al terminar cada sesión para intuir que le ha parecido cada película. Hacer cola a las puertas del Salón Rossini, para escuchar de primera mano  los entresijos de los rodajes de las películas, de la voz de sus protagonistas, respondiendo a las preguntas de Conchita y otros compañeros de fatigas.

Coger fuerzas, tomando un café en la zona de acreditados y repetir lo mismo con la segunda película de cada día, intercambiar opiniones e ir haciendo quinielas de quien será el ganador de la Biznaga.

Sin apenas tiempo para comer, volver a la calle, en busca de Algo muy gordo, de Berto Romero, o conocer El Bar de Álex de la Iglesia, o compartir el Intercambio de Ignacio Nacho y Pepón Nieto.

Después de eso , todavía hay tiempo para acercarnos al Albeniz, y conocer, al talento emergente malagueño en sus sesiones de cortos, pues en esta tierra hay mucho «duende».

Una clara limón y una ración de pescaito, que después de tanto cine, nos la hemos ganado, y todavía llegamos a tiempo, de acercarnos a la alfombra roja, donde vemos que todo Málaga se vuelca con el Festival, gente de todas las edades gritan y corean el nombre de los rostros conocidos que por allí desfilan, y con la complicidad de Edgard, siempre consiguen que actores y actrices  se hagan un selfie con ellos.

Mientras tanto nosotros intentando tomar alguna imagen que enmarque ese momento, sin que esté Piti por medio, con su «habilidad» de aparecer en medio de todas las fotos.

Con todos estos recuerdos en la mochila, regresamos a Valladolid, no sin antes decir gracias Málaga, hasta el Festival que viene.