La madre, en la cuarta película del realizador vallisoletano Alberto Morais, la tercera de ficción  y viene a completar la trilogía no oficial sobre el abandono comenzada con Las olas, y Los chicos del puerto.

Lo llamamos trilogía, por ahondar las tres películas en la misma temática y porque el protagonista comparte el mismo nombre, Miguel.

Miguel, interpretado por el joven Javier Mendo, es un joven de 14 años que hará todo lo posible para no regresar al centro de menores,pero su madre (Laia Marull), no le facilitará las cosas no tiene trabajo, pero tampoco muestra interés por encontrarlo, y es incapaz de ocuparse de él., es una persona inestable. Miguel tendrá que sobrevivir vendiendo pañuelos, trabajando para una familia rumana, e intentado que en algún momento su madre se comporte como tal y puedan vivir como una familia.

El estreno europeo de esta película, ha sido en el marco de la Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci), dentro de su sección oficial y la premiere mundial tuvo lugar en el Festival de Cine de Montreal (Canadá), y fue uno de los 15 proyectos seleccionados mundialmente en l’Atelier de la Cinéfondation del Festival de Cannes 2015 y cuenta con el apoyo del fondo Eurimages para el cine, Cinéma du Monde (Francia) y CNC (Rumanía), además de la ayuda a proyectos del ICAA (Ministerio de Cultura) y del IVAC (Valencia).

La idea le surgió a Morais, cuando presentó en Moscú Los chicos del Puerto, empezó a pensar en los jóvenes y niños, que han vivido en el metro de Moscú y que dependían de ellos mismos para sobrevivir.

Es una película de miradas, de gestos, de pocos diálogos y de gran sobriedad escénica, no sabemos donde sucede la acción, no hay nada que identifique los paisajes, las calles o la propia casa austera totalmente.

Tampoco sabemos nada de los personajes, porque están en esa situación, Morais, no ha querido centrarse en el pasado de esas personas, no les juzga tan solo nos cuenta como viven en este momento.

Pero si nos hubiese gustado mas desarrollo del personaje de la madre, del que nos parece poco creíble la pasividad que tiene con toda la situación, y con su hijo.