Los pequeños amores, nos habla de lo bueno y lo malo de la soledad, del miedo al fracaso, de madurar, de envejecer, del paso del tiempo, de las expectativas de la vida.

Pasear el perro, pintar la fachada de casa, este iba a ser el verano de Ani ( Adriana Ozores), en cambio Teresa (María Vázquez) su hija tenia pensado viajar a Massachussets a visitar a su nuevo amor.

Un pequeño accidente doméstico de Ani, obligará a su hija a cambiar sus planes de vacaciones y las obligará a convivir durante el periodo estival.

En un principio parece que no se entienden muy bien, pero la obligada convivencia hará que se vayan acercando y conociéndose un poco mejor la una a la otra.

Todo esto con la ayuda del pintor que contratan para terminar de pintar la casa durante el verano, que servirá de nexo de unión entre madre e hija y el contrapunto a sus vidas.

La cinta está dirigida por Celia Rico Clavellino, que ya nos mostró su cine intimista en el Festival de San Sebastián con su primera película Viaje al cuarto de una madre.

Aunque ambas son películas que tratan del amor materno filial, con las luchas que ello conlleva, en esta ocasión la película es mas luminosa e incluso salpicada con alguna pincelada de humor que se agradece en el visionado.

Los pequeños amores es de esas películas en las que no pasa nada especial, pero pasa la vida y esa es la grandeza que tiene.

Rodada durante seis semanas en Cataluña, en zonas del Bajo de Llobregat, entre ellas, las espectaculares regiones de Begues (dónde se rodó la mayor parte de la película), L’Ametlla de Merola, Sant Cugat de Sesgarrigues, Olesa de Bonesvalls, La Granada del Penedès o Navarcles. También hay escenas que transcurren en Madrid.

Y con una banda sonora que da coralidad a toda la película con canciones como El bello verano de Family y Go to sleep de The Kinks.