Siempre es invierno, cuando no hay amor.
Aunque David Trueba dijo que nunca adaptaría al cine una de sus novelas ha cambiado de idea y con buen acierto al llevar al cine su exitosa novela de 2015 Blitz, ahora con el título de Siempre es invierno.
Ha enriquecido un relato de personajes un tanto simples en su comportamiento, no se si por el trascurso de estos diez años entre novela y película, para darles un poso mas cinéfilo y es de esas veces que la película es mejor que el libro.
La historia tiene como protagonista a Miguel (David Verdaguer), un arquitecto paisajista al que la crisis económica no le ha permitido despegar todavía en su carrera, que acude a un concurso de paisajismo en Lieja (Bélgica) acompañado por Marta (Amaya Salamanca) su novia.
Cuando están a punto de cenar un kebab, un mensaje de su novia enviado por error o no tanto, llega a su teléfono, Miguel descubre así de esta manera tan fría que su novia le va a dejar pues ha vuelto a salir con su antiguo novio, un cantante uruguayo.
Miguel se resiste a volver a Madrid y decide quedarse unos días allí solo con la única compañía de Olga (Isabelle Renauld), una voluntaria belga, del congreso donde se celebra el concurso de arquitectos.
Olga con alguna década de edad más que él, le acoge en su casa por unos días, en este breve periodo les dará tiempo a conocerse en todos los sentidos.
Es una historia de amor, cariño o sexo, algo atípica en el cine por la diferencia de edad de los personajes, siendo mayor el personaje femenino.
Con dosis de tristeza y amargura, y a su vez ternura y torpeza el personaje de Miguel nos conquistará en una película sobre la vida, el amor, el paso del tiempo reflejada en un reloj de arena.
En esta ocasión Verdaguer ha dejado su habitual papel de catalán triste para convertirse en un aragonés apenado, pero es que hay que reconocer que estos papeles los borda.
Todo esto acompañado por una pegadiza canción en los títulos de crédito compuesta por el propio Trueba titulada Vuelve la primavera.
No Comment